Elauterio Durand miro el cielo gris, repleto de nubes nimbos; escucho el reventar sórdido de
las olas del mar; sintió en su cara las primeras gotas de lluvias y tomo una decisión que
marcaría su vida y la vida de todo su pueblo. Se encamino a las humildes casas vecinas y con
voz estentórea llamo a sus hermanos: – Lucaaass… Juaaann…hermanooos…
vengannnnn…vengannn…
Los tres hermanos se apostaron en la rústica mesa de zapote, el mechero a querosene
iluminaba sus juveniles, rudos y tostados rostros forjados a la brisa y el sol marino, iniciando
una tertulia que marcaría por siempre sus vidas y la de su pueblo.
Hermanitos – dijo Elauterio – camino al temporal de Congorá, por el tanque de Colán, he
tenido un sueño, clarito como el cielo despejado; mientras las cabras comían la yerba del
campo, debajo de un algarrobal me cogió la vision, vi convertido el campo en un paraíso y una
voz me decía -ven Elauterio- esta es la tierra prometida para tu familia y para tu pueblo.
Hermanitos – Volvió a decir Elauterio – todos los días nuestros animalitos se nos mueren; las
cabras ya no resisten el agua, la pezuña de las vacas se les pudren con la humedad, y las lluvias
que no acaban, hasta el mar parece molesto, hermanos vamos a esas tierras del tanque, ahí
hay pasto y la tierra se seca rápido como esponja.
Elauterio – dijo Juan – y los churres y la patrona. – Y las casas – agrego Lucas-
-Por Dios- dijo Elauterio- Vamos todos con todo- vamos con los animales, con los churres y las
mujeres, llevemos plásticos y lo que podamos; Dios nos da esa tierra buena y nos dará para
vivir; así dice su santísima palabra de la biblia.
Esa oscura noche, mientras la torrencial lluvias y los truenos estremecían el firmamento y las
furiosas olas del mar bramaban y parecían inundar el pequeño pueblo; los tres hermanos
decidieron ir en busca de un nuevo lugar para vivir; acordaron partir cuando cese la lluvia y la
marea baja amplié la playa que sería el camino por donde iniciaría el peregrinaje.
Después de interminables ocho horas de torrencial lluvia nocturna de aquel inolvidable verano
del ochenta y tres, el cielo amaneció despejado y los tres hermanos iniciaron la ardua faena de
empaquetar en fardos sus enseres domésticos y con la habilidad de expertos hombres de mar
y de campo los amarraban en los sillones de los magros borricos.
A las once de la mañana la caravana de los Durand estaba lista para el peregrinaje, Don Juan
Durand, como hermano mayor dio la orden de partir; Elauterio tomo la delantera para señalar
el camino y Lucas iba en la retaguardia. Eran cientos de cabras, decenas de vacunos, además
de gallinas y patos; los entecos burros sobrecargados de bultos completaban el panorama de
una huida voluntaria en búsqueda de mejores tierras.
Bajo el inclemente sol; iniciaron la partida, se persignaron frente a la iglesia del pueblo,
cruzaron la calle principal y sus zigzagueantes siluetas se perdieron camino a la playa; mientras, sus paisanos asombrados e incrédulos con la noticia los vieron difuminarse en el
horizonte, en una aventura sin rumbo.
Los Durand, eran hombres trabajadores, en su vida habían labrado con esmero la tierra para su
sustento; pastaban cabras y vacas que les daban leche fresca y sabrosa carne, pescaron
conchas y peces y acopiaban material para construir sus rusticas viviendas. Eran hombres
decididos y de coraje, por eso resistieron la larga travesía por la playa; cruzaron al final de la
pampa de La Felipa y subieron la antigua barraca del misterioso cerro de Colán, llegaron a la
cima y encontraron la apacible y fértil llanura, avanzaron y acamparon al costado del tanque
de agua, bajo el algarrobo donde se produjo el sueño.
Aquí es hermanitos – Dijo Elauterio – señalando los verdes pastos y la enorme laguna que las
constantes lluvias habían formado, este es un paraíso, aquí haremos los ranchos para los
churres y los corrales para el ganado; es un lugar bendito para iniciar una vida nueva.
Así; como en las leyendas de fundación de los grandes pueblos, en el verano del ochenta y
tres, los Durand fundaron Nuevo Paraíso de Colan.
(En homenaje a grandes amigos que el creador puso en mi camino)
Luis R. Dioses G
Verano del 2019.





